En la actual República Mexicana, en la región que comprende la parte sur del estado de Veracruz y el oriente del estado de Tabasco, entre el río Grijalva y el Papaloapa, ahí nació la cultura olmeca, ahí fundaron sus ciudades y labraron sus esculturas.
Esta, es
considerada como la cultura madre de la civilización en
Mesoamérica. Limitada al oriente por las montañas de los
Tuxtlas, y por la Sierra Madre del Sur se encuentra la región
denomina "área metropolitana", "área clímax" o
"zona nuclear" debido a que en ella se encuentran las que fueron acaso,
sus capitales: La Venta, San Lorenzo, Laguna de los Cerros, Tres
Zapotes.
Usualmente se designa como olmeca al grupo que habitó al sur de Veracruz y al norte de Tabasco: este nombre deriva del náhuatl OLLI y MECATL(mecate), "habitante del país del hule"; también se les conoce como TENOCELOME (la boca de tigre).
La región que ocupó la cultura olmeca, entre las sierras y el Golfo de México, tiene un alto índice de humedad y debido a ello se encuentra agua en abundancia (lagos, ríos y también pantanos).
Abunda la cacería, la pesca y la captura de mariscos; la agricultura, aunque difícil, debe haber sido una actividad común aunada al sistema de siembra seguramente relacionado con el maíz, el frijol y la calabaza, principal sustento de los grupos mesoaméricanos.
Es probable que conocieran la domesticación del perro y del guajolote e iniciaran la apicultura; se sabe que practicaban la antropofagia; y que probablemente extraían de un sapo marino, abundante en el golfo, una sustancia alucinógena.
Por la construcción, conservación y restauración de los centros religiosos y el número de esculturas monumentales y de pequeñas dimensiones, se piensa que el gobierno era teocrático.
Los centros ceremoniales eran respetados y cuidados, en tanto que las cercanías de la sierra eran puntos ideales y, aparentemente, de ocupación temporal. Existen ejemplos de construcción de choza de planta rectangular en adobe (La Venta), pero el resto de las construcciones debe haber tenido muros de madera cubiertos de barro, en algunos casos y techos de palma y otro material perecedero, iguales a los que se siguen construyendo en la actualidad.
Es posible ubicar a la cultura ollmeca entre los años 1300 y 600 a. C. basándonos principalmente en su producción escultórica en piedra.
Como un lirio que brota del fango, surgió repentinamente de la selva pantanosa xicallanca un arte cuya fuerza incontenible abrió paso atravesando selvas, ríos y bosques, escalando montañas, para extenderse aun más allá de los confines de Mesoamérica. Trabajaron con esmerada técnica y con refinado sentido artístico, igual el basalto en colosales dimensiones, que el jade en exquisitas figurillas, hachas y cuentas.
A través de Mesoamérica, encontramos en casi todas las áreas estilos parecidos al olmeca que influyó en ellas, ya que se habla de los olmecas como un pueblo que en un tiempo dominó espiritualmente a Mesoamérica.
Por haber sido ahí donde desarrollaron las más altas expresiones de su estilo -herencia única que nos legaron, que no nos revela de donde llegaron, ni cómo eran sus creadores-, pensamos que en el sitio de La Venta, Tabasco, existió el centro ceremonial de las gentes que crearon el arte olmeca".
Ni tan siquiera sabemos las cosas más sencillas de su vida diaria. Otras artes menores a la escultura -quizás la cerámica- nos pueden señalar la anterior trayectoria de esta gente, antes de establecerse en aquel sitio.
Se
sospecha la mano dirigente en la concentración de estructuras
ceremoniales, que apartan al hombre de la vida cotidiana y le dan
oportunidad de acercar sus pensamientos hacia una comunión con
la deidad. La vida religiosa se organizó aquí alrededor
de un alto montículo piramidal.
![]() Cabeza olmeca, La Venta |
![]() La abuelita, La Venta |
![]() El Señor de las Limas |
![]() Cabeza, San Lorenzo ![]() Hacha de jade |
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![]() Altar 4. La Venta. |
![]() Imagen. Altar 5. La Venta. |
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Los
olmecas esculpieron monumentales cabezas de piedra (entre 1.5 y 3
metros de altura) de una hechura perfecta (se conocen 17 de estas
cabezas completas); macizos altares rectangulares; enormes estatuas que
representaban gente deforme, combinaciones de hombre con tigre, y otros
finísimas figurillas.
Es en San Lorenzo, donde se realiza, el clásico estilo olmeca, el más puro, el no contaminado, el modelo primordial. La Venta, Tres Zapotes, Laguna de los Cerros, muestran variantes regionales; en muchos aspectos son coincidentes con la escultura de San Lorenzo, pero en otros se distancian considerablemente de esta.
Los olmecas fueron los más antiguos escultores de Mesoamérica; trabajaron no solamente las piedras volcánicas para sus grandes monumentos, sino también las piedras duras, compactas semipreciosas para sus tallas pequeñas, principalmente algunas jadeítas traslúcidas de color verde esmeralda, azul verdoso o grisáceo y, en menor escala, la serpentina, la hematita y hasta se han encontrado en La Venta cuentas de amatista y de cristal roca.
No se sabe
con certeza el procedimiento técnico que siguieron para lograr
tales pequeñas piezas de talla exquisita y excepcional, sin
equivalente en la calidad de su pulimento. Las piezas pequeñas
se han encontrado no sólo en la región olmeca
metropolitana, sino dispersas en gran parte de Mesoamérica.
Es precisamente esta última característica la peculiar a la clásica escultura olmeca en su expresión monumental o de pequeñas dimensiones.
TEMAS.- Dentro de su escultura son notables tres conjuntos, las figuras compuestas (rasgos humanos con distintas especies animales, animales diferentes entre sí, y rasgos de este tipo mezclados con otros fantásticos e imaginados.), las figuras animales y principalmente las figuras humanas.
Cabe señalar, que aunque el jaguar aparece en gran número de piezas, el arte olmeca es fundamentalmente homo céntrico. Podemos decir, que la escultura olmeca se divide en representaciones de seres sobrenaturales y de figuras humana.
De entre las figuras humanas, la más frecuente es la de un hombre sedente con las piernas a la manera oriental, cuya cabeza y extremidades exhiben rasgos que se alejan de lo naturalmente humano; algunas cabezas recuerdan las de ciertos animales, particularmente la del jaguar.
Así, los ojos son transformados en formas geométricas como escuadras, líneas paralelas o una suerte de comas en el extremo dirigido hacia afuera y hacia abajo o, recordando la forma de ojos de felino, como elipses cuyas comisuras internas se inclinan apuntado hacia adentro; las cejas, se transforman en algo así como placas de límites sinuosos y que se conocen como cejas de flama, la boca - esa característica boca olmeca - es inconfundible por su labios gruesos, el superior en particular, proyectado hacia el frente y vuelto hacia arriba describiendo la forma de un trapecio; las comisuras caen a menudo.
No hay
alteraciones notables en otros rasgos faciales, la nariz, si bien es
chata, amplia en su base, aplastada, y no se proyecta del eje vertical
marcado por el labio superior, no representa una nariz animal; las
mejillas carnosas y a veces colgantes; la frente es breve, ya que a
menudo va cubierta por una banda, y el entrecejo ceñido lleva
pliegues con hendeduras que los separan; el mentón es casi
siempre pequeño y poco saliente.
Hay
representaciones que mantienen la estructura básica humana, pero
que están alteradas en las extremidades; garras de distintos
animales que sustituyen a las manos y a los pies; a veces son de tres y
otras de cinco dedos; otras llevan sobre la espalda colas ramificadas;
además, usan bandas cruzadas en los pectorales o en los tocados,
manoplas, antorchas pequeñas y unas barras cilíndricas, a
modo de cetros largos.
En algunas
de las escultura, las figuras emergen de una horadación que
recuerda a una cueva y se encuentran en los altares . Los altares son
bloques en forma de prisma rectangular con el eje mayor en sentido
horizontal, en la parte superior, una cubierta que los rebasa por el
frente y por los lados; la parte del frente muestra un nicho del que
surge una figura que en ocasiones sostiene un niño en entre sus
brazos. Los tramos laterales pueden llevar otras imágenes
humanas y fantásticas.