CONDUCTAS DE CONSUMO
¿Es
usted de los
padres que al menor capricho de sus niños les compra la bolsa de
papitas, el refresco en cajita de cartòn, el pastel del gansito,
el ùltimo muñequito que se anunciò en la tele?
¿O es de los que se adelantan a compràrselos antes de que
se los pidan? Cuando va a una tienda, ¿es de las mujeres que
aprovecha las ofertas aunque tenga que dejar de comprar lo que
tenìa planeado? ¿Es usted de los hombres que gustan de
fumar o tomar bebidas porque siente que le da personalidad?
¿Eres de los chavos que se frustran porque no pueden estar a la
moda en ropa, zapatos, tenis, motos y autos? ¿Es usted un
maestro preocupado porque escucha a sus alumnos memorizar y repetir
frases publicitarias? Pues, entonces, a cualquiera de ustedes puede
resultarle interesante lo que a continuaciòn informaremos.
Dice el especialista de la comunicaciòn Ricardo
Homs, en su libro Creadores de imagen mexicana, que frente a los
mensajes comerciales de todas las personas tenemos la ùltima
palabra, porque somos quienes decidimos si nos dejamos seducir o no por
el anuncio. Que en cuanto existe esa capacidad de decisiòn ante
la influencia del mensaje deja de existir la posibilidad de
manipulaciòn, pues nosotros damos o no nuestro consentimiento
para ser convencidos por el anuncio. ¿Serà asì?
Desde luego que no, en la medida que la conducta final, es decir, el
acto de comprar que ejecutamos despuès de que el mensaje
publicitario fue difundido, percibido e introyectado, demuestra que
como consumidores asumimos determinados comportamientos. Los anuncios
sì influyen en la adquisiciòn de los productos que se
ofrecen, creando hàbitos y gustos en los consumidores para la
selecciòn de las mercancìas.
La mercadotecnia divide al cliente en dos tipos:
compradores reales y compradores potenciales. Esto significa que, de
acuerdo con las necesidades bàsicas de alimentaciòn,
vestido e higiene, principalmente, la gente siempre adquiere productos
para satisfacerlas, aun en situaciòn de crisis econòmicas
extremas y, por ello, invariablemente todos somos consumidores reales.
Los consumidores potenciales, entonces, seràn aquellos que,
habiendo adquirido lo necesario, pueden ademàs ser motivados a
la compra de otros artìculos, bàsicos pero màs
caros, o no indispensables.
Un conjunto de rasgos individuales, sociales y
econòmicos vinculados al consumidor determinan la compra.
Èstos son la edad, el sexo, el estado civil, el nùmero y
edad de los hijos, ademàs de las caracterìsticas
individuales de personalidad, los hàbitos culturales, los
ingresos econòmicos y, en particular, el nivel educativo. A
èstos, los mercadòlogos les llaman variables relacionadas
con el consumidor. Hay otros rasgos ligados a las espectativas de los
consumidores respecto al producto, las llamadas variables relacionadas
con la situaciòn: pautas de uso del producto, beneficio
esperado, nivel de calidad exigido y precio. Estas ùltimas
pautas, en realidad, estàn determinadas por la educaciòn
para el consumo, en tanto implican la reflexiòn del comprador
acerca de las caracterìsticas de los productos antes y durante
el acto de adquirirlos, y cuando los usa.
De acuerdo con los estudiosos de la mercadotecnia, tanto
compradores reales como potenciales de bienes y servicios pertenecemos
a una de las siguientes categorìas, que son las mejores
indicadoras de que sòlo un sector minoritario no guìa sus
compras por influencia de la publicidad. Asì tenemos:
Consumidores de Subsistencia. Constituyen la
mayorìa de los compradores de los paìses no desarrollados
o en crisis econòmica, como Mèxico, aunque tambièn
existen en el primer mundo. Sus patrones y actitudes de compra reflejan
su limitado poder adquisitivo. Sus compras son bàsicamente
artìculos de primera necesidad. El principal elemento que estas
personas consideran es el precio, no la calidad. Para ellos, entonces,
la publicidad es convincente en la elecciòn entre una u otra
marca del mismo tipo de producto siempre y cuando èstos tengan
el mismo costo.
Consumidores sibaritas. Ignoran situaciones de
recesiòn econòmica, sin importar si son de alto, mediano
o bajo poder adquisitivo. Estos consumidores gastan grandes y medianas
sumas, o su poco dinero, en comprar simplemente lo que desean en el
momento. Son fàcilmente influidos por la publicidad de
todo tipo: mensajes difundidos masivamente, ofertas de casa en casa,
ofertas en puntos de venta, sugerencias de amigos o conocidos. En suma,
carecen o hacen caso omiso de la educaciòn para el consumo. Por
ello, no son fieles a una marca, compran nuevos productos, son
seducidos por los envases que prometen ofertas o calidad sin que
èsta se halle necesariamente respaldada por la mercancìa.