LA SANTISIMA VIRGEN
ES MEDIADORA
Reconocer a María como Mediadora
es una consoladora y entrañable verdad que aparece ya desde la primitiva
cristiandad. Los Padres de la Iglesia la comparan con Eva, ésta
primera mujer fue causa de la muerte y María es presentada como
causa de la vida.
LA MEDIACION DE SANTA MARIA
La Vírgen María es Mediadora entre Dios
y los hombres, en cuanto que Ella presenta a su Hijo los bienes y súplicas
de nosotros a Dios y, a la vez, transmite la vida divina que se nos ofrece
en Cristo Jesús.
Hay que saber, sin embargo, que la mediación de
Cristo es única en cuanto que es por virtud propia y exclusiva. Como
dice San Pablo: "Porque uno es Dios y uno también el mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2,5). En cambio, la mediación
de María es, por voluntad de Jesús, participada y subordinada
a la de Cristo, pero es verdadera mediación: en virtud de su Maternidad
divina que establece una especial unión con la Trinidad, y en virtud
de su Maternidad espiritual que establece una relación especial
con todos los hombres. Así, es Mediadora en cuanto que se encuentra
sirviendo de lazo de unión entre dos extremos: Dios y los hombres.
Dice Santo Tomás que nada impide que existan entre
Dios y los hombres, por debajo de Cristo, mediadores secundarios que cooperen
con Él de una manera dispositiva o ministerial; es decir, disponiendo
a los hombres a recibir la influencia del Mediador principal o transmitiéndosela,
pero siempre en virtud de los méritos de Jesucristo.
En el Antiguo Testamento eran mediadores los profetas y
los sacerdotes del orden levítico. En el Nuevo Testamento son mediadores
los Sacerdotes, como ministros del Mediador supremo, pues en su nombre ofrecen
el Sacrificio del altar y administran los Sacramentos. La Iglesia enseña
que también María es Mediadora en virtud de su plena asociación
a la Obra redentora de su Hijo.
ERRORES SOBRE SU MEDIACION
Los principales errores sobre la mediación de María
provienen de las doctrinas protestantes y jansenistas.
a) Los protestantes. Estos, citando el texto paulino: " Uno sólo
es el mediador entre Dios y los hombres " (1 Timoteo 2,5) niegan toda posible
mediación creada, sea de la Vírgen, de los Sacerdotes o de
los Santos.
b) Los jansenistas. Ellos reducen la mediación de María
a un mero papel de orante en favor de los hombres, igual que lo sería
el papel de los Santos en el cielo como intercesores.
EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
De las abundantes citas y declaraciones de la Iglesia,
sobre la mediación de María, a modo de ejemplo, destacamos
las siguientes:
Pío IX, Bula Ineffabilis Deus.
León XIII, Encíclica Fidentem piumque.
San Pío X, Encíclica Ad diem illum.
Pío XI, Encíclica Caritate Christi compulsi.
Benedicto XV, que aprobó el Oficio y la Misa de
Santa María Mediadora de todas las gracias.
El Concilio Vaticano II, en su Constitución dogmática
Lumen gentium, capítulo VIII, números 60 a 62.
MARIA DISPENSADORA UNIVERSAL DE TODAS LAS GRACIAS
La Santísima Vírgen es Dispensadora universal
de todas las gracias, tanto por su divina Maternidad: que las obtiene de
su Hijo, como por su Maternidad espiritual: que las distribuye entre sus
otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera
inmediata. Y ello por una específica y singular determinación
de la voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función:
ser Corredentora y Dispensadora, con alcance universal y para siempre (Pío
X, Encíclica Ed diem illum).
RAZONES TEOLOGICAS
La intercesión universal de María se desprende
de su cooperación a la Encarnación como a la Redención,
y por su íntima relación con la Iglesia. Esto se explica por
las siguientes razones:
1) Si María por la Encarnación nos ha dado la Fuente de
todas las gracias (Cristo), es lógico que también coopere
en la distribución de todas ellas.
2) Si María por ser Corredentora es Madre espiritual de todos
los hombres, es conveniente que por su intercesión cuide de la vida
sobrenatural de todos sus hijos.
3) Si María es Madre de la Iglesia, y toda gracia se comunica
por la Iglesia, es lógico que toda gracia del cielo pase por sus
manos.
Frecuentemente el Magisterio de la Iglesia y la Tradición
designan a María con el título de Omnipotencia Suplicante,
porque desde el cielo sigue intercediendo por nosotros, como lo hizo en las
Bodas de Caná (Juan 2,5), y con una intercesión eficacísima
para obtenernos las gracias ante Dios, de manera que nuestra Madre no pide
nunca una gracia que no se obtenga. Si éstas, a pesar de su intercesión
no se logran, será por las pocas o inadecuadas disposiciones del
sujeto humano para quien estaban destinadas.
SU PODER DE INTERCESION EN LA TIERRA Y EN EL CIELO
a) Su intercesión, durante su vida, en la tierra.
Consideremos los siguientes ejemplos:
- A través de Ella santifica Jesús al Precursor, el Bautista.
-Por Ella se confirma la Fe de los discípulos en Caná
de Galilea.
-Por Ella se confirma la Fe de San Juan en el Calvario.
-Ella sostiene la Fe vacilante de los discípulos hasta Pentecostés.
-A Ella desciende el Espíritu Santo junto con los Apóstoles.
b) Su intercesión en el Cielo.
La Vírgen desde el cielo en su calidad de Madre
espiritual de todos los hombres, más que la mejor de todas las madres,
conoce todas las necesidades materiales y espirituales de sus hijos y,
en especial, de todo lo que se relaciona con su salvación eterna.
Por su inmensa caridad ruega por nosotros y, como es todopoderosa ante
el corazón de su Hijo por el mutuo amor que les une, nos obtiene
todas las gracias que recibimos, todas las gracias que llegan a quienes
no quieren obstinarse en el mal (Pablo VI).