Dios ha puesto dos mandamientos
para ayudarnos a orientar el instinto sexual: el sexto -`no cometerás
actos impuros", -que engloba todos los pecados externos en esta materia,
y el noveno `no consentirás pensamientos ni deseos impuros"-, que
abarca todo pecado interno de impureza.
LA VIRTUD DE LA SANTA PUREZA: Dios dio a nuestros
primeros padres, y en ellos a los demás hombres, el precepto de multiplicarse
y poblar la tierra, para facilitar el cumplimiento de esta obligación,
asoció un placer al acto generativo. Por lo anterior, buscar el placer
por sí mismo, olvidando el papel providencial que Dios confía
al hombre, o buscarlo fuera de las condiciones establecidas por El, es ir
contra el plan divino, es ofender a Dios, es un pecado grave: El placer sexual
es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado
de las finalidades de procreación y de unión (Catecismo, n.
2351).
La pureza es, precisamente, la virtud que nos
hace respetar el orden establecido por Dios en el uso del placer que acompaña
a la propagación de la vida. O bien, si se quiere una definición
formal, es la virtud moral que regula rectamente toda voluntaria expresión
de placer sexual dentro del matrimonio, y la excluye totalmente fuera del
estado matrimonial. Ex. 20, 14; Prov. 6, 32; Mt. 5, 28; 19,10ss.; Col. 3,
5; Gal. 5, 19; I Tes. 4, 3-4; Ef. 5, 5; I Cor. 6, 9-10; Heb. 13, 4.
“¿No sabéis que vuestros cuerpos
son miembros de Cristo? ¿Voy a tomar yo los miembros de Cristo, para
hacerlos miembros de una meretriz? ¨O no sabéis que vuestro cuerpo
es el templo del Espíritu Santo?”(I Cor. 6, 15-20).
Esto vale también para los novios: “los
novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta
prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de
la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán
para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas
del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad” (Mateo
19,10-12).
MEDIOS PARA CONSERVAR LA PUREZA: Para conseguir
ese dominio que Dios nos pide sobre las tendencias desordenadas, hay necesidad
de poner los medios: unos, los más importantes, sobrenaturales, y
otros naturales. Los medios sobrenaturales son: Confesión, Comunión
frecuente, oración (Sabiduría 8,21, Mateo 17,21; Mateo 26,41),
devoción a la Santísima Virgen María y mortificación.
Los medios naturales son: guardar la vista, sobriedad en la comida y la bebida,
cuidado del pudor, evitar la ociosidad, huir de las ocasiones, dirección
espiritual, deporte, modestia en el vetir y aseo diario.