SHINTOISMO
Cerca de 67 millones de
asiáticos - especialmente los japoneses - profesan esta creencia,
que no es considerada exactamente como una religión, ya que cristianos
y budistas aceptan la coexistencia en una misma persona del budismo o cristianismo
con el shintoísmo. Su principio fundamental es el respeto y lealtad
al Emperador de Japón y a los grandes antepasados imperiales y la
reverencia a los espíritus o memoria de los grandes personajes del
pasado histórico o familiar. Existe comunión con los muertos
y deseo de agradarlos y complacerlos. Como mantiene muy unidos los vínculos
del pasado con el presente, su símbolo es el "sakiki", árbol
siempre verde, que nunca muere ni languidece. No utilizan imágenes
ni sermones, carecen de congregaciones y rechazan el culto a la vida prenatal
y a la eternidad después de la muerte. Aunque no hablan de pecado
ni virtud, cultivan una exagerada limpieza corporal.
Desde la Segunda Guerra Mundial este culto a los antepasados
y al Emperador, ha languidecido notablemente. Los ocupantes norteamericanos
termianron con el apoyo económico y otros privilegios a sus santuarios,
donde la efigie del Emperador recibía homenaje casi religioso. Desde
el año 11 D.C., cuando el emperador Suinin lo estableció formalmente,
el shintoísmo ha ejercido gran influencia política y bélica
en Japón y toda Asia. Según una vieja leyenda el dios Takemikazuchi
(Shintó), ganó la tierra para los japoneses en una lucha con
un aborigen gracias al Sumo, método de lucha que hasta ahora tiene
gran popularidad en los lugares en que se practica el shintoísmo.
Paralelamente a esta creencia, los nipones son fieles al budismo desde los
siglos VI y VII D.C., y actualmente una tercera parte de su población
es cristiana.