MARIA CALLAS
Nacida por casualidad en los Estados Unidos, donde su madre pasaba una breve temporada, regresó con ella a Grecia cuando contaba pocos meses y en Atenas se crió y educó (su verdadero nombre era María Kalogeropoulos). Tuvo como maestra a la española Elvira de Hidalgo, quien la preparó para un debut que la Segunda Guerra Mundial deslució considerablemente. Sus primeras oportunidades de actuar en el extranjero llegaron en la temporada 1947-48, donde llamó la atención de la crítica por su poderosa interpretación de Abigaille en el Nabucco de Verdi. Por entonces se había casado con el industrial Giovanni Battista Meneghini, cuyo apellido usó durante unos diez años.
En la década de los cincuenta se convirtió en una de las favoritas de la Scala de Milán y en protagonista de la resurrección de los compositores de comienzos del Siglo XIX operada por entonces, hasta convertirse en la intérprete por excelencia de las protagonistas femeninas de Donizetti y Bellini. En los años sesenta, al tiempo que comenzaban los problemas de madurez de su carrera, fue involuntaria frecuentadora de la prensa del corazón por sus relaciones con el armador griego Aristóteles Onassis, y sus accesos de divismo acapararon también la atención pública más que sus méritos artísticos. Entre mediados de los sesenta y 1974 (cantó por última vez en público el 11 de noviembre en Sapporo) desarrolló una intensa labor discográfica que permitió salvar para la posteridad casi todo su repertorio. Murió en París, poco antes de cumplir los 54 años, de un ataque cardíaco.
(Escuela Cima)